Observar de cerca los frutos de la naturaleza y dejarte inspirar por su forma, su geometría, su color, su olor, su sabor, y por todo aquello que hace a cada uno de ellos único, especial y bello, es un tremendo placer terrenal.
En este post quiero compartir contigo esta experiencia tan cotidiana para mí de conexión con los frutos de la naturaleza.
Y es que vivimos en una sociedad en la que mucho de nuestro tiempo y energía giran en torno a nuestra alimentación. Desde qué comer, qué comprar o cómo prepararlo, a luego limpiar y gestionar los desperdicios. Y por supuesto, las fases internas de la digestión, la evacuación, la gestión de nuestros propios desechos…
Un día, paseando por el bosque y cavilando sobre el tema, me topé con unos caballos hermosos que estaban pastando y tuve un “Aha moment”
¡Estos seres tan robustos, bellos y elegantes están sanos y nutridos comiendo solo hierba!!😮
No sé si los humanos podríamos alimentarnos de eso, -soy consciente de que el potencial de nuestro vehículo es inmenso y lo conocemos mínimamente-, pero lo que sí creo es que lo natural, es decir, los frutos de la naturaleza, están ahí para nosotros, repletos de vida y nutrientes.
Saborearlos con todos tus sentidos te reconecta plenamente con tu ser, con tu origen, y es algo que puedes experimentar varias veces cada día. Simple, fácil, rico y nutritivo. Ahorras, tiempo y energía que puedes emplear en otras cosas.
Si te interesa el tema de la alimentación, encontrarás más consejos y reflexiones en la sección específica de mi blog. También te pueden interesar algunas de mis infografías sobre nutrición y cocina